dissabte, 15 de novembre del 2008

Hurtigruten

El Hurtigruten es nuestro inseparable compañero durante los recorridos costeros por Noruega. El ferry es como un calendario con reloj; puede indicarte el lugar y la hora. La ruta dirección Norte o Sur y el sonido de la sirena al entrar en un puerto o recorrer algún estrecho fjordo nos anuncia su p
resencia. De no avisar, si navega, es silencioso. En el puerto apenas le acompaña  el ruido de las máquinas durante la ma
niobra de amarre  y el de los pequeños tractores que trastean con unos cuantos víveres que entra o salen de las tripas del gigante rojinegro. En  la bocana del puerto de Berlevåg (Finnmark, 71º N 29º E) entre las 22.15 y las 23.00 se cruzan los mastodontes. En verano lo hacen con el sol a popa del que va hacia el Norte, hacia Kirkenes, el final del trayecto.  Arriban escorados, como con prisa, en perfecta maniobra después de un saludo sonoro entre camaradas. 


divendres, 14 de novembre del 2008

Autocaravanas Camping-car Husbil Bobil

En el doblaje de una de las mejores películas de Preston Sturges, Sullivan's Travels, la expresión yate de tierra me sorprendió cuando la oí durante los sesenta. En aquél tiempo la cosa más próxima a una auto caravana, que entreví en mi primer viaje en el viejo 4L a Europa hace cuatro décadas, eran las furgonetas Volkswagen, de motor boxer refrigerado por aire en la parte trasera. Se convirtieron esas furgonetas en un mito hippy cuando los norteamericanos enloquecieron con esa versión rupestre del escarabajo. Las mirábamos con envidia por las carreteras europeas - no teníamos entonces para pagar los peajes de las pocas autopistas- mientras viajábamos con el Renault de 845cms cúbicos cargados hasta el registro.
Dormíamos a salto de mata en las cunetas, en viejas tiendas de lona, con doble techo, que podían alquilarse en Bavillesset, al final de Enrique Granados cabe a la Diagonal. Descubrimos así las Europas, los primeros hipermercados, la experiencia de unos países próximos pero lejanos puesto que los 25Hp del 4L no daban para
mucho más a 50 o 60 de promedio.
Luego, fuimos prosperando, primero con la tienda con avance, más adelante con la chalet que nos pareció un lujo de sátrapa persa. Nos hicimos algo mayores y la primera caravana la arrastró el Renault 12S que había heredado de mis padres. Con ella alcanzamos a ver las torres de vigilancia de la frontera con el Este. Pasamos por fin al camping car de primera generación, pesado, con su chasis Fiat Ducato de 75HP sin dirección asistida y sin aire acondicionado. Con aquella cosa llegamos hasta Trondheim, el límite de Europa según Josep Pla. Descubrimos la fascinación de los bosques con trolls. Perdimos dos o tres kilos dándole a una dirección de hierro, volvíamos con bíceps de cuidado. Luego perdimos la piel en un lugar de la Alcarria, y durante un lustro abandonamos nuestras navegaciones terrenales. Pero nos pudo el recuerdo y seguimos con las autocaravanas, gozamos del diesel turbomecànico de 85Hp - sin dirección asistida -, y con el llegamos, por segunda vez al Mar Artico en 1998. Los hijos crecieron de verano en verano, viviendo con nosotros de nómadas del Norte. Vimos eclipses totales, cruzamos casi con emoción la frontera de la DDR en 1990, aquel límite que durante veinte años se nos había resistido y empezamos a sentir los cuatro que aquel trasto de segunda mano podía ser como el pato de Nils, y nos enamoramos del Norte. Los hijos se fueron. Cambiamos tres veces más de carromato, y como el capitán Hatteras de Julio Verne tenemos desde entonces una brújula interna que mira al Norte.

dilluns, 10 de novembre del 2008

Camino del Norte. Inmensidades

En los tiempos que corren, de crisis y vacaciones cortas, la mayoría de quienes viajan al Norte utilizan los cruceros, los vuelos baratos y coches de alquiler. Algunos, los de autocaravana, suelen ir una vez hasta el Nordkapp a toda prisa y para de contar. Otros, moteros, efectuan el raid. La mayoría de turistas se limitan a las capitales nórdicas: Estocolmo, Bergen, Oslo, Tallinn, Sant Petersburg, Riga o Helsinki. Muchas guías (Michelin, Lonely Planet y otras) ya no están pensadas para el viajero con cierto tiempo y reposado y los contenidos que ofrecen son pobres, puesto que adaptados a una modalidad de viajero de corto recorrido. Aun conservamos una Guide Bleue de Noruega de tres decenios atrás concebida como un derrotero naval, con descripciones minuciosas de todas y cada una de las carreteras de Laponia.

Dicho esto, viajar a y por Escandinavia requiere tiempo, bastante tiempo. La superficie de todos los estados escandinavos, más Finlandia y los Países bálticos viene a ser la suma de Francia, Portugal, España y el Benelux, esto es casi un millon y medio de kilómetros cuadrados. Entre la frontera germano danesa en Flensburg (D) y la ciudad de Kirkenes en el extremo Este del Finmark (N) hay casi 3000 kms. De ahí a Helsinki en el S. de Finladia casi 2000. De Tallinn (EST), frente a Helsinki, a la frontera lituano-polaca otros 400. En cambio la anchura del territorio es modesta, de E a W la distancia más grande es posiblemente de Bergen a Estocolmo, unos 600 kms.

Ese territorio tan enorme tiene una población menor de 30 millones de habitantes, frente a los 150 o 160 de Francia, España, Portugal y el Benelux. El 80% vive al Sur de la línea que une Helsinki con Oslo pasando por Estocolmo y Uppsala. La densidad de población es muy baja, menor de la de algunas zonas de Teruel, Cuenca o Soria en la Península Ibérica. Ningún otro territorio de la Europa Schengen está tan despoblado como este con la salvedad de Islandia.

La Escandinavia (mas Finlandia) más propiamente Artica, es la que queda al Norte del Círculo Polar. Queda al Norte de un arco entre Mo-i-Rana en Noruega y Rovaniemi en Finlandia. En ese inmenso territorio, tan grande como España, viven menos de un millón de personas. Ninguna otra zona geográfica Artica en todo el Globo es tan accesible como esta: basta un DNI o un pasaporte que nadie va a solicitar jamás, no hay ninguna restricción via visado como sucede en la Federación Rusa, ni es necesario un viaje extremadamente caro como sucede con Alaska o el Norte de Canadá. Además, por los efectos de la corriente del Golfo, los veranos son aceptablemente cálidos y la red de carreteras asfaltadas llega a todos los rincones, igual que la cobertura de teléfonos móviles. No se olvide que se trata del primerísimo mundo en cuanto a organización de la sociedad.

Claro está que para el turismo llamado "de aventura" puede parecer poco atractivo, parecer, puesto que en muchos lugares de Escandinavia, cuando vas a salir con mochila al monte se te pide dejes información sobre cuanto tiempo vas a estar fuera y se te advierte en media docena de lenguas que riesgo haylo. Y lo hay...

El Norte necesita tiempo y por eso algunos veraneamos allí, del mismo modo que otros invernan en el Sur de la Península Ibérica. Tiempo para estar, tiempo para respirar, tiempo para llegar. De eso hablaremos en otro post.

Francel